Aunque yo desease conservarlo, el pañuelo no me pertenece. ¿Podrías devolvérselo a Alez por mí?, dice Ilan amablemente, mirando el pañuelo ya limpio.
(Tratas de agarrar el pañuelo, pero no logras hacerlo, porque ella lo aferra con fuerza. Al cabo de un rato, Ilan lo suelta).